Antonio Muñoz Molina y la libertad de expresión


   
Antonio Muñoz Molina













por Ana Alejandre

En el primer trimestre de 2013 han habido muchos premios literarios, pero uno de ellos ha sido el más controvertido de todos: el premio literario bienal de Jerusalén, que concede la Feria Internacional del Libro de de dicha ciudad, concedido al escritor Antonio Muñoz Molina por el conjunto de su obra. Esta concesión ha suscitado mucha polémica entre algunos intelectuales entre los que destaca Stéphane Hessel, autor de libro ¡Indignaos! que se convirtió en el libro de cabecera del movimiento cívico 15-M, hace ahora dos años, quien, en dicha obra, llegó a defender el terrorismo de Hamas, aduciendo que su opinión estaba fundamentada en las conclusiones del informe Goldostone que le motivó para escribir dicho libro. No tuvo en cuenta, sin embargo, que el 1 de abril de 2011, el juez sudafricano Richard Goldstone, que presidió la Comisión de Derechos Humanos de la ONU que estudió y realizó el informe de la ofensiva militar israelí en Gaza, a finales de 2008, declaró al periódico americano The Washington Post que no habían existido tales crímenes de guerra por parte del ejército israelí, ni éste había tomado como blanco a los civiles palestinos. Además, afirmó que "Si hubiera sabido entonces todo lo que sé ahora, el informe hubiera sido diferente".

A pesar de ello, Stéphane Hessel no rectificó su opinión, sino que siguió adelante con su manifiesta oposición a que Antonio Muñoz Molina aceptara dicho premio, realizando una personal cruzada a la que se sumaron el ensayista John Berter, los escritores Alice Walker y Luís García Montero, el poeta sudafricano Breyten Breytenbach y los cineastas Paul Laverty y ken Loach, entre otros, solicitando en un manifiesto firmado por todos ellos que el escritor galardonado no recogiera dicho premio, porque, de hacerlo, se convertiría automáticamente en "cómplice de la colonización ilegal de Jerusalen Oriental".

Sin embargo, Muñoz Molina ha recibido dicho premio el pasado 10 de febrero, en una ceremonia presidida por Shimón Peres y el alcalde de la ciudad, Nir Barkat, haciendo caso omiso de la presión sufriida, porque, según afirma el propio autor, huye de los estereotipos tan difundidos en Europa y, sobre todo en España, país en el que solemos caer en los extremismos opuestos: derechas e izquierdas, blanco o negro, bueno o malo, en un maniqueísmo tan falso como contraproducente. Según Muñoz Molina ha sido para él un honor y una alegría recibir un premio que ya habían recibido escritores de la talla de Jorge Luís Borges, Jorge Semprún y Susan Sontag, entre otros.
Y es que, una vez más, algunos intelectuales, en una supuesta defensa de los valores democráticos tal como la entienden, utilizan los métodos autoritarios que son consustanciales con las dictaduras, como es el caso de la censura del libre pensamiento, con la cual pretenden acallar las voces que no acatan el principio tan extendido en nuestros días como es el de lo "políticamente correcto", y manifiestan sus ideas en libertad y respeto a otras ideas con las que no coinciden. en un libre y legítimo derecho a exponer opiniones, ideas y creencias que es, precisamente, el núcleo de la libertad auténtica e irrenunciable de la libertad de expresión que todo ciudadano tiene en cualquier democracia, y al que no puede renunciar ningún intelectual, porque es el ejercicio de su propia libertad de conciencia, de su capacidad creadora, haciendo así una clara demostración de su creencia absoluta en la igualdad de todo ser humano, aunque aceptando sus diferencias intrínsecas, entre las que cuenta la diferencia de opinión y creencia.

Antonio Muñoz Molina ha tenido un gesto que le da sentido al auténtico concepto de democracia que, según algunos pensadores como Genovessi, su virtud específica debe ser la tolerancia, lo que es lo mismo que decir el respeto a la libertad inalienable que nace del espíritu de cada individuo y que se manifiesta al no dejarse mediatizar por quienes quieren imponer su ideología a los demás con el método más utilizado y conocido como es el de querer acallar las voces disonantes para que sólo se oiga una sola voz que sea sólo la expresión de la idea única y dominante de la ideología absolutista que mata, precisamente, aquello que dice defender: la libertad soberana del individuo.

La literatura no puede estar al servicio de ninguna ideología, sea la que fuere, sino que debe admitir en su seno la pluralidad de opiniones, ideas y creencias que son las que conforman el mundo real con todas sus aciertos, errores y contradicciones inherentes al ser humano, porque no es más que el arte en el que la vida se plasma en todos sus matices y sirve de eco a las múltiples voces que dialogan y discuten, afirman y niegan, preguntan y responden a los muchos y compejos problemas que plantea la sociedad humana desde sus albores.

Actitudes como la de Antonio Muñoz Molina revalidan al escritor, al intelectual sólo comprometido con su obra y la libre expresión de ideas, a la literatura y al propio concepto democrático que ensalza y defiende el derecho a la libertad de opinión y de expresión de la misma de los ciudadanos.



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